El fatídico número tres



Son las tres de la madrugada, te acompaño en esta habitación de la clínica, donde te trasladaron luego del accidente, y en mi cabeza da vueltas la interrogante si el fatídico tres tuvo algo que ver en toda esta pesadilla ¡En qué momento nuestra vida se fue a la mierda! Justo hace tres días atrás, imagínate sólo tres días mi vida (o mejor dicho nuestra vida) tenía un sentido, y de pronto todo se fue a la mierda cual jarro de cristal que cae abruptamente al suelo y se rompe en mil pedazos. ¡Es inexplicable todo! ese viernes se cumplían tres meses de mi postulación a jefe de área, dónde además casualmente éramos tres los candidatos al cargo. Cuando estaba a punto de irme, el gerente de personal se acercó, tomándome por el brazo para arrimarme a la sala de reuniones y casi susurrándome al oído, me dijo- esto es confidencial- te lo cuento por la estima que te tengo -el lunes, serás oficialmente nombrado jefe de Informática- ¡felicitaciones! -repuso- y me abrazó. Disfruta de la noticia este fin de semana, sale a celebrarlo con Myriam ¡se lo merecen! Se alejó raudamente por el pasillo y me dejó pletórico de alegría, pero aún en shock. Por eso no me aguante las ganas de llamarte a medianoche, para que te vinieras cuanto antes a la casa, quería celebrarlo contigo. Cuando te llamé estaba preparado ese pollo al coñac que tanto te gusta, acompañado con papas rusticas y puesto la loza de mi madre, velas y el mantel azul que nos regaló tu abuela para nuestro matrimonio, extrañamente tres años atrás. Ahora que rememoro las cosas te sentí algo molesta cuando contestaste haciéndome notar de modo reiterativo que estabas en el cumpleaños de Paula (tu mejor amiga), y que lo habíamos conversado hace más de una semana, recuerdo que te pedí disculpas argumentando que lo que tenía que contarte era muy especial (sino no te hubiera llamado te manifesté con un tono de disculpa) en un momento hasta me dijiste qué lo dejáramos para mañana cuando estuvieras en casa, pero era tal mi ansiedad que insistí, quedamos que te vendrías lo antes posible. Accedí ansioso porque cambiaras de ánimo cuando te diera la gran noticia. Cómo podía sospechar siquiera que el cumpleaños de Paula no era realmente el motivo. Me arrellané en el sofá del living y puse una película en Netflix, para hacer la hora. Nunca imaginé que estaría tres días después, acomodado en un diván para acompañantes en la habitación 303, esperando que reacciones al coma inducido. Como de costumbre cuando veíamos películas, el sueño se apoderó de mi cuando sonó el celular, me llamó la atención recibir una llamada a esa hora de un número desconocido. El hombre al otro lado se presentó como teniente de policía y con tono seco me puso en antecedente que habías volcado y que serías trasladada en ambulancia a la clínica más cercana al lugar del accidente, dada la gravedad de las lesiones. No alcancé a escuchar lo demás, sólo quise colgar luego y partí a verte. En la sala de espera me encontré con tu madre y tu hermana, las que me abrazaron y soltaron el llanto, ¡Fue horrible, horrible!, nosotros fuimos al lugar donde se volcó, no te imaginas como quedó el Jeep – es lo que menos importa ahora - está asegurado-contesté angustiado por ti. Lo que realmente importa es saber de Myriam ¿se puede ver? No, hay un cuerpo médico que la está evaluando, no nos han dejado verla. Su estado es delicado nos informó una enfermera. En ese momento sólo pensaba en ti, en lo desesperante que era la incertidumbre de tu estado, pasaban las horas y nadie decía nada (Tu madre y tu hermana callaron la información adicional) Fue el médico de turno, quien, en un gesto de empatía, me comentó que no ibas sola al momento del accidente. El personaje en cuestión iba al volante y sufrió menos lesiones, en cambió tu saliste disparada por el parabrisas por no llevar puesto el cinturón de seguridad. Al parecer la culpa del accidente se debió al exceso de alcohol que tenía en la sangre el conductor, que lo llevó a perder el control. Me dio una palmada en el hombro y se despidió.

Comenzaba a amanecer, llegaba personal para el cambio de turno. En ese momento, tu madre y tu hermana iban a casa a buscarte ropas y enseres de aseo que les pidieron. Miré alrededor sintiéndome observado por todos, siendo el motivo de burla de los presentes. Me sentí miserable, las piernas me flaqueaban y el cuerpo me dolía, como si una turba se hubiese ensañado conmigo golpeándome con puños y patadas. Llamé al gerente de personal (por la confianza que le tenía) y luego de contarle los pormenores del accidente de mi esposa, sólo me quedaba hacer uso de mis vacaciones. Hoy en la mañana se apersonaron el gerente general y dos de mis compañeros de trabajos a darme su apoyo a pesar de que en los dos últimos logré descifrar una sonrisa socarrona (seguramente ya el chisme de que no iba sola se había viralizado). Te confieso que me invadió la curiosidad en su momento por conocer a tu amante, y a pesar de que no hice nada por verle, si creo que lo reconocí ayer, cuando acompañado de su esposa e hija abandonaba la clínica. Quizás no sabías que era casado, bueno para el caso da lo mismo, tú también lo eras. Para tu tranquilidad, en la denuncia al seguro, informe que ibas manejando sola. Le pedí al médico que emitiera informes por separado y accedió. No es que quiera engañar a la compañía de seguros para que nos paguen el jeep, es más que nada para cuidar de tu imagen. Sí a pesar de todo, me preocupa tu imagen. Desde este diván, te he observado estos últimos días, pasando por todos los estados posibles, desde el odio acérrimo, hasta tratar de lograr el profundo perdón. Las heridas en tu rostro son profundas (es lo que he podido averiguar) dado que siempre te he visto con vendaje, pero trato de imaginarlas y pienso en el dolor que sufrirás. Siempre fuiste tan vanidosa, se también que en el fondo a tu ego le fascinaba ser del gusto de los hombres (lo notaba en las reuniones familiares y de la empresa) donde te acicalabas de sobremanera para lucir tus curvas. De algún modo lo aceptaba, porque sentía la envidia del resto (que estupidez de pensamiento, me digo ahora). No podría expresarte cómo me siento ahora, me encuentro a la deriva totalmente desorientado y no sé qué rumbo tomar. Tampoco estoy buscando culparte, una y otra vez me pregunto qué te llevó a tomar ese camino y por más que le doy vueltas no logro entenderlo, y lo peor es que además me cuestiono desde cuándo, las dudas se pasean como serpientes venenosas por mi cabeza, te miro y me pregunto ¿quién eres? ¿quién es la mujer que está postrada en esa cama? ¿puedo decir que eres aún mi esposa? Qué sentido tendría seguir con la mentira y si no lo eres ¿qué hago aquí, desvelado esperando que despiertes? Afortunadamente no tenemos hijos. Desde que supe lo de tu infidelidad, es que no le encuentro sentido a la vida, el cargo de jefatura ya perdió valor, lo mejor será renunciar. Creo que cuando salgas de acá será conveniente que vuelvas a la casa de tu madre, al menos por un tiempo, para alcanzar a empacar mis cosas y buscar donde irme. Tal vez lo mejor será irme de este país para comenzar de nuevo en otra parte, como morir y volver a nacer. Parece tragicómico el pensar que si el gerente de personal, no me hubiera contado de mi ascenso, habría llegado a casa a dormir. Y al día siguiente llegarías, contándome de lo “bien que lo pasaste en el cumpleaños” y el domingo habríamos almorzado con tu madre como todos los fines de semana. Luego el lunes me habrían comunicado el ascenso y hoy estaríamos celebrando como una pareja felizmente casados. ¡Que ironía! ¿no? ¿Algún día me hubiese enterado de tu infidelidad? quizás después que naciera nuestro primer hijo, y entonces me estaría preguntando si sería o no el padre. La cabeza me da mil vueltas, saldré a tomar un café.

 

(Conversación en la sala de enfermeras)

Míralo, me da tanta pena ese hombre, a pesar de que se enteró que su esposa lo engañaba, no la ha dejado ni un solo minuto sola, y hasta se ducha en el baño de su cuarto, para no ir a su casa. Lo he visto observarla con ternura, con la ilusión de que despierte y que todo vuelva a ser como antes. Yo que él, me habría mandado cambiar y la dejaría sola a esa perra…Hey, tienes que saber porque lo engañaba antes de hablar mal de ella, tal vez el tipo era un maltratador, y ahora se muestra como la víctima, estos tipos son así…en realidad tienes razón, caras vemos corazones no sabemos y soltaron una carcajada.

Con el café en la mano, sintió las risas volvía a la habitación, y pensó – al menos ellas tienen algo porque reírse, ojalá que no sea de mí y entró en la habitación.

Cuando la enfermera de la mañana lo despertó, le comentó que una mujer lo esperaba. Al salir, ella lo abordó. Perdón, nosotros no nos conocemos, pero tenemos algo en común ¿Algo en común? – pregunté. Sí, algo en común, nuestras parejas eran amantes. No le parece una razón más que suficiente para decir que tenemos algo en común. Pero no se preocupe, no vengo a hacer algún escándalo o algo por el estilo, sólo quería ver a su mujer. ¿A mi esposa? No creo que sea el momento, para recriminarla, está en coma inducido. Pierda cuidado, aunque le parezca raro, vengo a agradecerle… ¿A agradecerle? -pregunté extrañado. Ve esa niña que está allá, mostrándole a una pequeña con una mujer mayor que parecía su abuela, ella es la verdadera razón de mi vida, pero a su vez, ha sido el motivo de mi infelicidad ¿Cómo? ¿No entiendo? -expresé confundido. Por ella mis padres me casaron con Iván, para ellos era un buen partido, a pesar de que yo no lo amaba. Ese hombre, me humillaba cada vez que podía, sacándome en cara mis raíces humildes, haciendo de mi vida un calvario. Por eso, su esposa me ha hecho un gran favor, por fin podré separarme y seré libre junto a mi hija. No cree, que al menos debo conocer a la mujer que me dio la libertad. Quedé sin palabras y sólo atiné a dejarla pasar.

Al tiempo que hablaba con la que fue mi esposa, no pude evitar sentirme un extraño en mi propia vida. Mientras la mía se destruía por completo, llegaba una mujer a agradecerle a Myriam que fuera amante de su esposo, logrando liberarla y darle la posibilidad de elegir una nueva vida ¿Quién podría explicar esa situación?

¿Está bien señor? -preguntó la enfermera. Sí, si claro…contesté en forma automática. Mi nombre es Sandra, estaré de turno hoy, por si necesita algo.

(Conversación en la sala de enfermeras)

Ese hombre tiene unos ojos llenos de pena, yo encantada me ofrezco para borrarle esa expresión, dijo Sandra a sus compañeras, con un tono picarón. Cuidado, amiga, yo que tú no me confiaría repuso otra en un tono más grave. Los hombres calladitos son los peores, y volvieron las carcajadas.

 

Llevo doce días y Myriam no despierta. Siento que cada día, las enfermeras me miran con más lástima, que ya se me está haciendo insoportable.

Salí a la calle, el sol alumbraba de un modo irritante, me sentía abrumado, se acaba mi periodo de vacaciones y aún no tenía definido mi destino, caminé entre la gente necesita perderme en el gentío. Miraba a los transeúntes y me daba cuenta de que no me veían, cada uno abstraído en su mundo, sin importarle nadie más y sentí que antes Myriam y yo éramos como ellos.

De pronto, una sonrisa de mujer llamó mi atención y en un acto reflejo dibujé una sonrisa al tiempo que nuestras miradas se encontraban. Me miré en el ventanal de un local y me dije con un dejo de nostalgia “puedes volver a sonreír”, al tiempo que mi reflejo se perdía por el acelerado andar del gentío.

                                                      

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El fatídico número tres

Son las tres de la madrugada, te acompaño en esta habitación de la clínica, donde te trasladaron luego del accidente, y en mi cabeza da vuel...