Despertar




Se sentó en la fila del medio del teatro, no quería que supiera que vino a ver su actuación. Se apagaron las luces, se levantó el telón y el primer personaje en aparecer en escena, era precisamente él ¿Qué es esto? – se dijo para sí. Se miraba para tocarse y reconocerse y entonces quien era aquel que estaba en el escenario. Al parecer no era el único quien parecía sorprendido, de hecho, el director de la obra se asomó para sacarlo. Entonces el joven (o sea él) se negó y se apartó para ocupar el centro del escenario, la luz del teatro lo seguía. Nadie entendía nada, pero misteriosamente guardaron silencio. El personaje en comento levantó las manos y se dirigió al público solicitando prestaran atención (parecía tener a todos bajo control) Se presentó con nombre y apellido y se declaró profundamente enamorado de la actriz principal, mientras en el asiento 35 de la sala, el propio afectado se tapaba para no ser reconocido. Después de su declaración, se produjo un silencio abismante y nadie hacía o decía nada. En eso salió la actriz mencionada, profundamente afectada por el bochornoso incidente y se acercó al joven intruso, ante la mirada atenta del público embelesado por lo que iba a suceder. Sin decir agua va, lo abofeteó, dio media vuelta para perderse en el escenario. El público lanzó un suspiro de desencanto y pese a eso, se puso de pie aplaudiendo a rabiar, el joven se retiró cabizbajo, pero todos lo palmoteaban y lo vitoreaban por su intento. La obra tuvo que ser suspendida, porque la actriz no estaba en condiciones -fue lo que expresó el director de la obra. El público lejos de salir molesto sólo comentaba lo sucedido, “te fijaste la media cachetada que le dio”, “pobrecito”, “igual yo lo encuentro súper tierno de su parte, imagínate pararse frente a todos para declarar su amor” “muy lindo” “yo estaría feliz” …eran algunos de los comentarios que escuchaba el propio afectado que estaba hecho un ovillo en su asiento. ¡Qué vergüenza! De seguro me va a odiar ahora, pero cómo explicarle que no era yo. Ni siquiera tengo palabras para explicar lo sucedido.

Esperó un largo rato, para abandonar el teatro. Cuando pensaba que ya la tormenta había terminado, fue reconocido por un grupo que estaba en las afueras. ¡Miren ahí está! lo señaló uno del grupo y varios encendieron sus celulares para grabarlo o sacarle fotografías, inclusive una de las muchachas se lanzó a sus brazos y lo besó ardientemente, mientras todo el mundo grababa el hecho. Apenas logró despegarse de la lapa, salió corriendo calle abajo ¿Qué estaba sucediendo? Se piñizcaba la piel, tratando de convencerse que aquello no fuera un mal sueño, pero al parecer estaba sucediendo. Le empezaron a llegar mensajes de sus amigos, algunos tratándolo de un gran idiota y otros de ídolo. Lo que menos quería era exponer sus sentimientos, se sentía ridículo, ¿Qué iba a hacer ahora? Miraba hacia todas partes, asustado todo le parecía fuera de control. Su corazón saltaba dentro de su pecho, las pulsaciones en el cuello le quitaban el aire. Divisó un bar cerca, apresuradamente entró. Pidió una cerveza y se dirigió al baño. Cerró la puerta, aterrado, se mojó la cara una y otra vez, como deseando despertar de esa horrible pesadilla. En eso, en el espejo apareció el rostro del joven del teatro (es decir de él mismo) me siguen ¿verdad? ¿Y qué tal te pareció mi declaración? Exclamó su reflejo en el espejo con una sonrisa de satisfecho y con los brazos abiertos como esperando una felicitación al respecto ¿Quién rayos eres? preguntó Bastián aún más asustado, apoyándose en la pared del baño. Digamos que soy una representación de tu subconsciente ¿Qué? Sí eso mismo, soy lo que tú no te atreves ser. Estás tan perdidamente enamorado, que ya no tienes vida, pasas todo el día pensando en ella, quieres hablarle de tus sentimientos desde que la conociste, sufres cómo un niño, no podía soportarlo más, tenía que hacer algo ¿Tenías? Claro, soy yo quien te ha visto sufrir todo este tiempo, soy yo quien te ayuda con los poemas que le escribes, soy yo quien no puede dormir con tus anhelos, tus lamentos, tus ruegos por tan sólo una mirada, un beso. Te imaginas ¿si ella te aceptara? ¡Te mueres!, te derrites. Llevas dos días sin comer, y fuiste el primero en comprar la entrada para el estreno hace dos semanas, además de haber visitado más de diez veces el teatro para elegir la ubicación perfecta para que no te viera. Eres patético ¡mírate bien al espejo! tiemblas como un miserable ratón a punto de ser atrapado por un gato. ¿Qué pretendías? Tienes 32 años Bastián, he soportado tu inmadurez todo este tiempo, cuando tenías trece años fue la vecina, estuviste más de dos años enamorado de ella sin decirle siquiera hola, luego en la Universidad fue la profesora de matemáticas, que además estaba casada, en fin, la lista es interminable. Lo hice por ti Bastián, si te odia o te acepta, vas a tener que resolverlo tú solo. Lo que es yo me largo ¿Cómo que te largas? Eso que escuchaste, me largo. Pero ¿cómo voy a vivir sin ti? ¿Se supone que todos tenemos un subconsciente? Pues bien, de ahora en adelante, sólo te queda ser consciente. Ya no podrás dudar más, no voy a estar ahí para escucharte, para decirte lo que es bueno o malo, lo correcto o incorrecto, deberás tomar tus propias decisiones -exclamó- y su imagen se difumó del espejo. Bastián algo aturdido aún, salió del baño, y antes de que ocupara el asiento de la barra, el barman que secaba un vaso le preguntó- ese de la tele ¿eres tú verdad? Era la noticia del momento. Los demás comensales se le quedaron mirando. Hubo algunos que hasta le pidieron una selfi. No fue capaz de decir nada, estaba absorto, obnubilado totalmente. De pronto su vida, se le estaba escapando de las manos. Hace unos momentos era un total desconocido. En su trabajo, apenas conocían su nombre. En su familia era simplemente Bastián, cómo si eso de algún modo encerrara en una palabra su vida. El barman luego de la foto, le dijo que la cerveza corría por cuenta de la casa. Se miraba una y otra vez en el espejo, cómo pretendiendo que otra vez apareciera su subconsciente. De pronto, sonó su celular, lo miró con desdén y al ver que era ella quien llamaba, se le apretó el estómago. Aló dijo con voz temblorosa ¿Bastián? Preguntó ella. Sí, soy yo. Perdona no quise darte esa cachetada, es que me sentí pérdida, confundida, era el estreno de la obra, estaba nerviosa, de verdad no quise hacerlo. Está bien ya pasó – contestó - ¿Podemos hablar? Estamos hablando - dijo. Me refiero en persona. No sé, no creo que sea buena idea, después de lo que hice hoy. Precisamente por lo que hiciste hoy, es que quiero que hablemos. Te pido disculpas, me dejé llevar -repuso. Fue hermoso, nunca nadie había hecho algo tan especial por mí. Podemos juntarnos en la puerta del teatro, vivo cerca de ahí ¿te parece? Claro, colgó. Cuando salió a la calle, vio por última vez a su subconsciente que lo alentaba, mientras su figura se perdía en el gentío nocturno. Bastián, miró en la dirección contraria y vio su rostro en la mampara del local, por primera vez podía verse, se contempló un instante como reconociéndose, cómo aceptándose y luego se encaminó al encuentro, esta vez siendo consciente de sus actos.

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Catherine

 


La mañana habría comenzado como siempre, de no ser porque sonó el timbre de su casa a las 08:10 Pero ¿quién puede ser? -pensó entre extrañada y enfadada a la vez, justo cuando estaba más atrasada que de costumbre. Al abrir la sorprendió un joven negro de unos treinta y cinco años que le sonrío y exclamó - ¡sorpresa! No te preocupes Catherine, ni hoy ni mañana tendrás que ir a trabajar, ya te justifiqué en el hospital. ¿Pero cómo sabe mi nombre?  ¿quién es usted? ¿Quién le dio permiso, para presentarse en mi casa y además sin mi consentimiento, excusarme en mi trabajo? El hombre entró en la casa y repuso – antes de contestar sus preguntas, necesito que vea algo, acompáñeme, con pasos decididos y cómo habituado a su hogar le invitó al baño. Cuando ella se asomó a la puerta, sólo pudo llevarse las manos a la cara horrorizada por lo que estaba viendo, sin poder gritar, sus manos en su rostro, su boca abierta, sus ojos desorbitados, no hacían más que mirar alternadamente al hombre y la tina de baño en un acto involuntario por el estupor de la escena. El cuerpo de una mujer sin vida flotaba en el agua, por petición del hombre se acercó a reconocer el cuerpo de la víctima y al verla, perdió el conocimiento. Cuando despertó, estaba tendida sobre su cama y el hombre seguía ahí, parado a los pies de su lecho ¿Está mejor? -preguntó con tono cordial. Ella no respondió. Lo que vio aún no sucede-dijo parsimoniosamente- de hecho, debería ocurrir en 48 horas más, las mismas que pasaré con usted. Soy Vittorio, su ángel de la guardia. ¿Ángel de la guardia? Exclamó extrañada, no se supone que… debiera ser blanco y tener alas – interrumpió él, pues como ve no es así. Además, usted me eligió. Cada ser antes de nacer, debe elegir a sus padres y a su ángel guardián. Así funcionan las cosas allá arriba. No soy capaz de entender nada -repuso- llevándose las manos a la frente, le dolía la cabeza. La mujer sin vida en la tina era supuestamente ella ¿Entonces en 48 horas moriré ahogada? Y ¿Para qué se supone que has venido? Todo ser espiritual, llega a esta vida a cumplir un propósito y tú no tienes ninguno hasta hoy. Los maestros celestiales, me han enviado para darte una segunda oportunidad. Tienes 48 horas para encontrar un propósito en tu vida, de lo contrario te ahogaras pasado mañana. Estas primeras 24 horas, tomaré posesión de tu cuerpo y ocuparás mi lugar. Nadie más que yo podrá verte. Necesito que veas tu vida desde otra perspectiva. Dime ¿hace cuanto que no visitas a tu madre? Para ser honesta desde hace tres años, para el fallecimiento de mi padre (él me adoraba) en cambio mi madre nunca me aceptó. Para ella sólo existía Matías mi hermano mayor. Yo nací como pretexto para que mi padre se quedara a su lado y al no conseguirlo, me convertí en un estorbo. Lejos de lograr un acercamiento, me convertí en su peor enemiga, papá volcó el amor que le quedaba en mí, convirtiéndome en su niña mimada. ¿No crees entonces, que es tiempo de que tú y tu madre tengan un acercamiento? Preguntó el ángel. Ella miró hacia la pared, no quiso contestar. Cerró los ojos y cayó en un profundo sueño. Se veía pequeña, corriendo por un prado interminable, su padre gritaba con los brazos abiertos, que la atraparía. Jugaban a la orilla de un lago, el sol dejaba sentir su aliento en ausencia del viento. En eso tropezó y antes de caer de bruces, los brazos de su padre la alzaron por los aires y luego la colmó de besos. Recordaba con nitidez ese momento, sin embargo, esta vez, su atención se volcó justo al momento de que su padre la izara por los aires, no recordaba haber visto a su madre y al tío Joseph juntos ¿Por qué el sueño le traía esa imagen? Se puso a recordar las veces que vio de nuevo a su madre y a su tío juntos ¡Claro! Esa debió ser la razón de que mi padre se hiciera alcohólico. Pese a no estar enamorado de mi madre, su orgullo de macho herido debe haber sido más fuerte al enterarse del engaño de su mujer con su hermano mayor. Al despertar se vio sentada a los pies de la cama, mientras seguía durmiendo. Fue entonces cuando se percató que estaba en el cuerpo del ángel.

Más tarde vio como Vittorio representándola fue con su madre, conversaron de mujer a mujer, se pidieron perdón, lloraron y quedaron en paz. Al despedirse, el consuelo principal era haber sido capaz de perdonar y ser perdonada. Entendió que su existencia aún sin haber tenido la intención fue el refugio de su padre y el abandono para su madre como mujer, por eso la atención que le brindó Joseph, despertó a la mujer marchita. Recién ahora podía entenderlo. Luego fueron con Vittorio a una posada camino a casa. Mientras disfrutaba de un café, ella le comentaba de su niñez, un cuervo se posó en la ventana y se le quedó mirando. Los ojos penetrantes del ave le incomodaron. Al preguntarle a Vittorio por la presencia del cuervo, éste le respondió que representaba su maldad ¿Maldad? Yo nunca le he hecho mal a nadie ¿segura? Preguntó Vittorio, justo en el momento que le mostraba la llegada de su hermano Matías. Te dejaré a solas con él, tienen mucho de que hablar. Matías se sentó algo desconcertado, por la supuesta invitación de Catherine a conversar.

A eso de las 2:30 de la madrugada, luego de haber saneado las heridas causadas a su hermano, prendió la luz de su habitación para acostarse, pues estaba rendida, encontró a Vittorio ocupando su cama, durmiendo. Se acercó a su lado y le preguntó ¿No se supone que los ángeles no duermen? ¿De que otro modo, serían guardianes? Ha sido un día intenso, al ocupar tu cuerpo, las emociones humanas son muy desgastantes, ustedes acumulan mucha carga negativa. Es verdad, contestó Catherine. Vittorio ¿Qué se supone que pasará hoy? No quisiera morir mañana. Eso dependerá de ti Catherine, ven recuéstate ahora, debes descansar. La alarma sonó como siempre a eso de las 7:00, esta vez no saltó de la cama como de costumbre. Se acercó a la ventana y miró al cielo, encontró que el día era maravilloso, se dio una ducha corta y se puso ropa ligera. Caminó por las calles en compañía de Vittorio, miraba a la gente con gran extrañeza, pensaba si alguien más estaba viviendo lo que ella. Pidió helados de sabores que nunca había comido, conversó con una indigente a quien regaló prácticamente todo el efectivo que portaba. Se sentía feliz, no quería que el día se acabara. Pasó por delante de un elegante restaurante y sin titubear entró, pidió y se deleitó con platos exquisitos (por primera vez no estaba preocupada de la cuenta), gozó cada plato, coqueteó con el mozo, se dejó llevar por lo que sentía, estaba dichosa. Miraba a cada rato a Vittorio que a veces se encontraba a su lado, en otras parecía distraído mirando por la ventana la gente pasar. Las horas parecían a ratos pasar vertiginosas cómo los rápidos de un río. Quería detener el tiempo. Al salir del restaurante, vio un perro callejero que buscaba alimento en unos tarros de basura. Sin pensarlo, lo tomó en brazos, lo llevó a casa, lo bañó con una dulzura desconocida en ella, ante la mirada fija de su ángel guardián que parecía decirle ¿Qué vas a hacer ahora con ese perro? Luego del baño del animal, se dio cuenta que no tenía alimento para mascotas, decidió prepararle algo. Le ofreció de comer a Vittorio quien para su sorpresa aceptó. Unos tallarines a la italiana fueron el menú perfecto para ambos, verlos comer la maravilló. Nunca imaginé que un ángel, quisiera comer, te veías tan hambriento como mi nuevo amigo, señalando al perro que dormía satisfecho en el piso de la cocina. La verdad, es que cuando estamos en estas misiones, de pronto podemos elegir volver a ser un poco humanos y los tallarines son un recuerdo de mi infancia, no por nada me llamo Vittorio, rieron a carcajadas. Catherine se sentía plena. Me puedes hacer un último deseo ¿puedes dejarme ser tú de nuevo? Bueno, quizás cuando vayamos a dormir, pero mañana debes volver a ser Catherine. Bebieron vino, conversaron de la vida y del más allá. Se acostaron abrazados e intercambiaron roles.

La alarma sonó impajaritablemente como de costumbre, lo que despertó a Vittorio aún en el cuerpo de Catherine. Sintió correr el agua de la ducha y pensó que estaría dándose un baño. Tras un largo rato, impaciente entró al baño y al notar que la ducha estaba vacía, se topo con una nota pegada en el espejo que decía “Lo siento Vittorio, pero no quiero morir” firmaba Catherine.

         

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La Tigresa y el hombre

  Se internó en la caverna del cerro buscando refugio, sin sospechar lo que le traería el destino. Llevaba dos días sin comer, el agua de la...