Comenzaba a amanecer, llegaba
personal para el cambio de turno. En ese momento, tu madre y tu hermana iban a
casa a buscarte ropas y enseres de aseo que les pidieron. Miré alrededor
sintiéndome observado por todos, siendo el motivo de burla de los presentes. Me
sentí miserable, las piernas me flaqueaban y el cuerpo me dolía, como si una
turba se hubiese ensañado conmigo golpeándome con puños y patadas. Llamé al
gerente de personal (por la confianza que le tenía) y luego de contarle los
pormenores del accidente de mi esposa, sólo me quedaba hacer uso de mis
vacaciones. Hoy en la mañana se apersonaron el gerente general y dos de mis
compañeros de trabajos a darme su apoyo a pesar de que en los dos últimos logré
descifrar una sonrisa socarrona (seguramente ya el chisme de que no iba sola se
había viralizado). Te confieso que me invadió la curiosidad en su momento por
conocer a tu amante, y a pesar de que no hice nada por verle, si creo que lo
reconocí ayer, cuando acompañado de su esposa e hija abandonaba la clínica.
Quizás no sabías que era casado, bueno para el caso da lo mismo, tú también lo
eras. Para tu tranquilidad, en la denuncia al seguro, informe que ibas manejando
sola. Le pedí al médico que emitiera informes por separado y accedió. No es que
quiera engañar a la compañía de seguros para que nos paguen el jeep, es más que
nada para cuidar de tu imagen. Sí a pesar de todo, me preocupa tu imagen. Desde
este diván, te he observado estos últimos días, pasando por todos los estados
posibles, desde el odio acérrimo, hasta tratar de lograr el profundo perdón.
Las heridas en tu rostro son profundas (es lo que he podido averiguar) dado que
siempre te he visto con vendaje, pero trato de imaginarlas y pienso en el dolor
que sufrirás. Siempre fuiste tan vanidosa, se también que en el fondo a tu ego
le fascinaba ser del gusto de los hombres (lo notaba en las reuniones familiares
y de la empresa) donde te acicalabas de sobremanera para lucir tus curvas. De
algún modo lo aceptaba, porque sentía la envidia del resto (que estupidez de
pensamiento, me digo ahora). No podría expresarte cómo me siento ahora, me
encuentro a la deriva totalmente desorientado y no sé qué rumbo tomar. Tampoco
estoy buscando culparte, una y otra vez me pregunto qué te llevó a tomar ese
camino y por más que le doy vueltas no logro entenderlo, y lo peor es que
además me cuestiono desde cuándo, las dudas se pasean como serpientes venenosas
por mi cabeza, te miro y me pregunto ¿quién eres? ¿quién es la mujer que está
postrada en esa cama? ¿puedo decir que eres aún mi esposa? Qué sentido tendría seguir
con la mentira y si no lo eres ¿qué hago aquí, desvelado esperando que
despiertes? Afortunadamente no tenemos hijos. Desde que supe lo de tu
infidelidad, es que no le encuentro sentido a la vida, el cargo de jefatura ya
perdió valor, lo mejor será renunciar. Creo que cuando salgas de acá será conveniente
que vuelvas a la casa de tu madre, al menos por un tiempo, para alcanzar a empacar
mis cosas y buscar donde irme. Tal vez lo mejor será irme de este país para
comenzar de nuevo en otra parte, como morir y volver a nacer. Parece tragicómico
el pensar que si el gerente de personal, no me hubiera contado de mi ascenso, habría
llegado a casa a dormir. Y al día siguiente llegarías, contándome de lo “bien
que lo pasaste en el cumpleaños” y el domingo habríamos almorzado con tu
madre como todos los fines de semana. Luego el lunes me habrían comunicado el
ascenso y hoy estaríamos celebrando como una pareja felizmente casados. ¡Que
ironía! ¿no? ¿Algún día me hubiese enterado de tu infidelidad? quizás después
que naciera nuestro primer hijo, y entonces me estaría preguntando si sería o
no el padre. La cabeza me da mil vueltas, saldré a tomar un café.
(Conversación en la sala de
enfermeras)
Míralo, me da tanta pena ese
hombre, a pesar de que se enteró que su esposa lo engañaba, no la ha dejado ni
un solo minuto sola, y hasta se ducha en el baño de su cuarto, para no ir a su
casa. Lo he visto observarla con ternura, con la ilusión de que despierte y que
todo vuelva a ser como antes. Yo que él, me habría mandado cambiar y la dejaría
sola a esa perra…Hey, tienes que saber porque lo engañaba antes de hablar mal
de ella, tal vez el tipo era un maltratador, y ahora se muestra como la
víctima, estos tipos son así…en realidad tienes razón, caras vemos corazones no
sabemos y soltaron una carcajada.
Con el café en la mano, sintió
las risas volvía a la habitación, y pensó – al menos ellas tienen algo porque
reírse, ojalá que no sea de mí y entró en la habitación.
Cuando la enfermera de la mañana
lo despertó, le comentó que una mujer lo esperaba. Al salir, ella lo abordó.
Perdón, nosotros no nos conocemos, pero tenemos algo en común ¿Algo en común? –
pregunté. Sí, algo en común, nuestras parejas eran amantes. No le parece una
razón más que suficiente para decir que tenemos algo en común. Pero no se
preocupe, no vengo a hacer algún escándalo o algo por el estilo, sólo quería
ver a su mujer. ¿A mi esposa? No creo que sea el momento, para recriminarla,
está en coma inducido. Pierda cuidado, aunque le parezca raro, vengo a
agradecerle… ¿A agradecerle? -pregunté extrañado. Ve esa niña que está allá,
mostrándole a una pequeña con una mujer mayor que parecía su abuela, ella es la
verdadera razón de mi vida, pero a su vez, ha sido el motivo de mi infelicidad
¿Cómo? ¿No entiendo? -expresé confundido. Por ella mis padres me casaron con
Iván, para ellos era un buen partido, a pesar de que yo no lo amaba. Ese
hombre, me humillaba cada vez que podía, sacándome en cara mis raíces humildes,
haciendo de mi vida un calvario. Por eso, su esposa me ha hecho un gran favor,
por fin podré separarme y seré libre junto a mi hija. No cree, que al menos
debo conocer a la mujer que me dio la libertad. Quedé sin palabras y sólo atiné
a dejarla pasar.
Al tiempo que hablaba con la que
fue mi esposa, no pude evitar sentirme un extraño en mi propia vida. Mientras la
mía se destruía por completo, llegaba una mujer a agradecerle a Myriam que
fuera amante de su esposo, logrando liberarla y darle la posibilidad de elegir
una nueva vida ¿Quién podría explicar esa situación?
¿Está bien señor? -preguntó la
enfermera. Sí, si claro…contesté en forma automática. Mi nombre es Sandra,
estaré de turno hoy, por si necesita algo.
(Conversación en la sala de
enfermeras)
Ese hombre tiene unos ojos llenos
de pena, yo encantada me ofrezco para borrarle esa expresión, dijo Sandra a sus
compañeras, con un tono picarón. Cuidado, amiga, yo que tú no me confiaría
repuso otra en un tono más grave. Los hombres calladitos son los peores, y
volvieron las carcajadas.
Llevo doce días y Myriam no
despierta. Siento que cada día, las enfermeras me miran con más lástima, que ya
se me está haciendo insoportable.
Salí a la calle, el sol alumbraba
de un modo irritante, me sentía abrumado, se acaba mi periodo de vacaciones y
aún no tenía definido mi destino, caminé entre la gente necesita perderme en el
gentío. Miraba a los transeúntes y me daba cuenta de que no me veían, cada uno
abstraído en su mundo, sin importarle nadie más y sentí que antes Myriam y yo
éramos como ellos.
De pronto, una sonrisa de mujer llamó
mi atención y en un acto reflejo dibujé una sonrisa al tiempo que nuestras
miradas se encontraban. Me miré en el ventanal de un local y me dije con un
dejo de nostalgia “puedes volver a sonreír”, al tiempo que mi reflejo se
perdía por el acelerado andar del gentío.
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