Borracho llegaba todas las tardes, después que entraba en su casa, se sentían, gritos, golpes, platos rotos, siempre lo mismo. Al amanecer la madre de mi amigo con el rostro lleno de marcas por su llegada, y los ojos de mi amigo llenos de impotencia. Pasaron los años, y el ritual comenzó, pero luego de los gritos, se escuchó él grito de dolor de una voz pastosa. Al día siguiente, el rostro de la madre estaba intacto y los ojos de mi amigo llenos de culpabilidad.
Es tiempo de contemplación, desde la meseta de mis años observo la llanura de mi pasado y el pasto es verde, frondoso. Entonces abro las alas de mi espíritu y planeo de vez en cuando, y me elevo a cada instante buscando la plenitud de mi vida.
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Despertar
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