Soy culpable de aquello que no dije,
cómo de todo lo que expresé de mala forma,
soy culpable de cada uno de mis actos
e inclusive de mis pasividades.
Soy culpable de lo que pensé o soñé,
de lo que me ilusionó o me paralizó,
de mis éxitos y de mis temores.
Soy culpable por haberte amado en silencio,
de haber bajado la vista
cuando tus ojos se encontraban con los míos,
de callar cuando mi corazón latía a borbotones por
ti.
Soy culpable de haberme acercado a tu cuerpo y
haber sentido el sabor de tus labios,
de haber recorrido cada palmo de tu piel,
y estrechado contra mí, cuando una parte de ti se
resistía.
Soy culpable, de que aún no te olvide,
pero por sobre todo,
soy culpable,
por haber huido de tu lado,
cuando quizás comenzaba a amarte.
Soy culpable…
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