Desilusión




A veces la vida, te expone a ciertas vivencias, donde no cabe otra invitada que la desilusión. Aún cuando no es bien recibida, ella interrumpe en tu vida y se sienta frente a ti con su hálito desolador. Entonces te preguntas ¿Por qué? ¿Por qué se presentó? y no logras encontrar respuesta ni consuelo. A veces estamos mal conectados unos que otros, y te duele ver, cómo aquellos que se consideraban tus amigos, reaccionan de una forma, cómo jamás imaginarías (porque a ti no se te pasaría por la cabeza hacer esto o aquello) 

Sin lugar a duda que la peor desilusión, es aquella que viene de tu propia sangre, de un padre quizás, de un hermano(a) tal vez, o de un hijo o hija. Esta última es la que nunca esperas y la que más puede llegar a doler, pues generalmente los padres tratamos de darlo todo, por nuestros hijos.

El tema es que no existe consuelo cuando ello ocurre. Podemos quizás tratar de hacernos los locos por un tiempo, o tratar de bajarle el perfil, pero sólo es un engaño pasajero, porque la verdad es que no queremos aceptar los hechos tal como son. Un extraño puede intentar engañarte, mentirte, estafarte, incluso golpearte, pero eso no se compara cuando el daño te lo hace quien más tu quieres.

La desilusión, agota, aplasta, desmoraliza, te deja sin fuerzas, pero no es mortal. Lo importante es que el efecto depende de ti, eres tú, quien puede controlar que tan adentro quieres que se introduzca por sobre tu piel, eres tú quien te puedes sobreponer y continuar la marcha.

La vida es demasiado corta, para vivirla con desilusión. 


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