No saber que hacer se ha transformado en una constante por estos días, y es que mi mente está obnubilada, las dudas se golpean entre sí, y vuelvo a caer al abismo de la estupidez, si, digo estupidez porque siendo ya un proceso reiterativo considero que no puede ser otra cosa que estupidez pura, en su máxima expresión. Y desde la ventana de la cordura me apoyo en la conciencia para tratar de entender mi proceder, acaso mi desvarío y mientras contemplo mi ser en el espejo de la realidad, no puedo tener clemencia de lo que veo, porque no teniendo excusas aún no defino de una vez por todas que es realmente lo que quiero y me sigo arrastrando en una quema de horas que además arrastra a mis seres queridos al ver que no avanzo y me revuelco en la mediocridad. Es duro aceptarlo, aunque la indolencia ya es parte de mi piel, mi mirada taciturna se quedó apagada en unas horas pasadas y no logro ver la luz que me indica mi corazón, si, por que a pesar de toda esta desidia mi alma se encuentra serena y esa extraña calma es la que más me desconcierta, puesto que aún sin dar paso alguno, el desasosiego que me sobrecoge es meramente mental, quiero decir racional ya que en lo más insondable de mi entrañas la quietud se mantiene para mi sorpresa incólume. Y entonces deseo abandonar esta postura ilógica he intento obligarme a hacer aquello de sentido común, ese mismo sentido común que reniego pero que en el fondo ante el fracaso de mis actos, me veo forzado a tener que aceptar, por que ya no logro disfrutar mi libertad. Todo me empuja a perderla y con resignación trato de autoconvencerme, que es por un tiempo, que es necesario, que no significa renunciar a mis sueños, y de pronto sobrevienen las dudas nuevamente, acaso esos sueños no son más que una quimera que no tiene mayor alojamiento que en mi imaginación como una especie de salvavidas creado por mis tribulaciones y temores infantiles. Y trato de masticar, roer, y destrozar todo disfraz creado en el pasado para reencontrarme con mi esencia y me sumerjo en un mar de sensaciones que me arrastra sin poder aferrarme a algo que me sostenga y entonces en el vacío de las emociones sucumbo sin fuerzas, mientras el sonido del tiempo martilla mis oídos y mi inconsciente. ¿Qué hacer? Se repite en mi mente como el ir y venir de las olas que golpean el arrecife de mi vida y no teniendo una respuesta me aporreo contra las rocas de la realidad como una tabla a la deriva, esperando que quizás algo o alguien me rescate, aún teniendo plena consciencia que ello no ocurrirá.
Es tiempo de contemplación, desde la meseta de mis años observo la llanura de mi pasado y el pasto es verde, frondoso. Entonces abro las alas de mi espíritu y planeo de vez en cuando, y me elevo a cada instante buscando la plenitud de mi vida.
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Mi estimado Esteban: No necesité leerte dos veces para comprender como te sientes. No eres el único quien se siente así, créeme, amigo.
ResponderEliminarNo lo digo a modo de consuelo, pero si de algo te sirve te diré que tal vez es el momento propicio para darse un tiempo y dejarse llevar por un momento en la inercia del Tiempo, de dejar de hacer lo que se supone debemos hacer, y simplemente respirar profundo mirando el horizonte, conscientes plenamente del momento.
Sin dejar de escuchar nuestra voz interior que sabe mucho mejor qué es lo correcto, y lo que necesitamos hacer para no distorsionar la vibración que nos conecta con el alma buena del Mundo. Si sientes que necesitas hacer un alto en la vorágine del día a día que te consume, pues hazlo. Haz lo que sientas necesario hacer, si eso te hace sentir en calma. No hay locura en eso. Los locos son los que se niegan a hacer lo que sus corazones les piden. Permítete tu Tiempo. Estamos como viviendo el segundo de conciencia antes de un choque. El Tiempo para revisar nuestras vidas, date el permiso de no desperdiciarlo. Olvida todo lo demás,y haz lo que sientas necesario hacer. Es lo que puedo decirte. tus palabras me han conmovido, creí que era sólo yo quien se sentía a la deriva, ahora comprendo que no soy la única, que tal vez hay muchos más que se sienten confundidos, desorientados, pensando que el camino que estaba marcado en el mapa era el único posible para llegar a donde siempre nos dijeron que debíamos ir, pero ahora estamos sintiendo que ese camino tal vez no es el que realmente queremos seguir, que no nos satisface del todo, de ahí la desorientación, la insatisfacción. Tómate tu tiempo para hallar tu propio camino, quizás aún estás a tiempo y piensa que tal vez tienes cierta ventaja, ya sabes por dónde no seguir.
Un abrazo inmenso.
Oriana.
Esteban, no tengo palabras para contarte que la sensaciòn que lo que sentìs es muy parecido a lo que siento. Siento esa calma maldita, que no es la que me gusta, hasta podria decirse una calma triste y vacia. Y así como lo manifiestas en el texto me pregunto que hacer? y solo miro a mi alrededor y no hay otra respuesta mas que la de seguir adelante.
ResponderEliminarUn abrazo, me gusto mucho como esta escrito el texto.
Rita
Rita:
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario, créeme que coincido contigo en que no hay otra respuesta más que la de seguir adelante.
Un abrazo,
Esteban
Querida Oriana:
ResponderEliminarDicen que todo a su tiempo, viene la primavera, florecen los arboles, atrás queda el invierno y un nuevo proceso se nos viene encima. Estos días he contemplado con fascinación una parejita de pajarillos que está haciendo un nido en un rincón de mi casa. Sin lugar a dudas que quedé maravillado el lugar que eligieron pues es de muy difícil acceso, pero debo considerar que los huevitos quedarán muy protegidos. Y entonces al ver este par de avecillas en su constante ir y venir con sus pajillas en el pico y viendo sus habilidades, no pude menos que cuestionarme y ver que quizás las respuestas están más cerca de lo que uno piensa y sólo se tiene que observar, si observar porque la naturaleza a veces nos GRITA las respuestas pero estamos tan ocupados en lamentarnos que no somos capaces de ver, oír o entender. Me alegro no ser el único que se cuestiona por estos días y tus palabras sabias (como siempre) me dan el aliento para continuar en mi camino.
Un abrazo