Es tiempo de contemplación, desde la meseta de mis años observo la llanura de mi pasado y el pasto es verde, frondoso. Entonces abro las alas de mi espíritu y planeo de vez en cuando, y me elevo a cada instante buscando la plenitud de mi vida.
Las cosas que no tienen valor
En éste mundo tremendamente consumista donde todo cuesta y donde el actual presidente de mi país señaló expresamente "nada es gratis en la vida" demostrando su carroña espiritual, puedo decirles a él y a tantos otros lo equivocado que están.
Al menos yo vengo de una familia bien constituida, con valores, donde el respeto, la consideración, y el amor nunca dejaron de estar sentados a la mesa. Por eso, me gustaban las reuniones familiares (somos cinco hermanos) donde no importaba lo que había para comer o cenar, o incluso tomar, lo realmente importante era estar juntos,en familia. Para mi viejo no había excusas para los almuerzos del sábado y domingo, fueras donde fueras, hicieras lo que hicieras debías llegar a la una, a la hora que a él, le gustaba almorzar. Con los años, los almuerzos de mamá fueron reemplazados por los almuerzos de los hijos, y siempre era la misma sensación, a pesar de comer de pronto una exquisitez que prepara alguno de mis hermanos, lo que realmente era exquisito, era esa sensación de estar todos juntos, apretujados a veces, cuando ya empezaron a ocupar la mesa nuestros propios hijos. Mi padre, siempre al extremo de la mesa que se fue estirando, se le veía lleno de vida cuando venía a sus retoños grandes con sus propios chiquillos, y el calor de hogar se respiraba una vez más, como una dulce fragancia que nos besaba las mejillas. Esos momentos, sin duda no pueden medirse en plata, simplemente no tienen valor, y a pesar de no ser nunca una familia acomodada, éramos inmensamente ricos, porque teníamos ese calorcito que se sentía, entre cada silla de la casa, en la sopas de mamá, en los tallerines con salsa de papá, en los platos rebuscados de mi hermana, o los postres de la vero, en fin, lo importante era esa alegría de estar juntos, de ser familia, eso que nos parecía tan normal, y que hoy en día es tan difícil de lograr. Gracias a mis padres que tuvieron la paciencia y el cariño para mantenernos juntos, aún en los momentos difíciles, siempre, siempre fuimos una gran familia. Es cierto que hay muchas otras cosas en la vida que no tienen valor, pero la familia es uno de los tesoros que gracias a dios me tocó conocer.
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