Y en la segunda, fueron tres niños creo que de cuatro, dos y un año. Les juro que no he podido dejar de imaginarme el dolor para esos padres, no sólo perdieron a sus hijos, sino en la forma espantosa que los perdieron. Perder un hijo, un ser que viene de uno, que tiene tu sangre, tus genes, que es una parte de tí que vive y respira por si solo, independiente y dependiente a la vez, que será tuyo hasta el último de tus días, (en éste caso fue hasta el último de sus días) de pronto te hes despojado, ya es tremendo (lo digo desde el punto de vista objetivo, ya que no he sufrido la pérdida de uno) perder a dos o tres al mismo tiempo, no puedo ni siquiera imaginarme lo que se puede sentir, y si además de eso, tiene la carga del sufrimiento de su partida, como fue en este caso, les juro que no puedo ni siquiera dimensionarlo, me sobrepasa emocionalmente.
Veo con preocupación la mirada de los seres humanos frente a éstos hechos, se declara duelo nacional por dos días por la muerte del escritor Gonzalo Rojas (que sin duda lo merecía) y la muerte de estos pequeños dura sólo unos minutos en el noticiario. ¿Qué nos pasa? ¿Nos estamos insensibilizando? ¿Acaso nadie se pone en el lugar de esos padres? una y otra vez me pregunto ¿Cómo se puede vivir después?
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